domingo, 10 de agosto de 2014



EL DIA DE TODOS LOS NIÑOS

Avanzábamos rápido con Daina y Paola por el caminito hacia la cancha de futbol, donde un grupito de niños de diferentes edades y tamaños estaban jugando. Daiana con orgullo me dijo, "éstos son todos mis niños".

Hacía mucho frío y las bolsas con ropa para repartir pesaban. Pero yo estaba inmersa en un mundo de ideales. Visualizaba a muchas Daianas, jóvenes de apenas 22 o 24 años, con tanto amor ayudando y conteniendo a éstos niños dejados al azar.


De repente salió de un monoblock un chiquito con un flequillo largo y rubio, con remera de manga corta y ojotas, que vino a recibirnos.


-¿Que hacés con ésta remera manga corta no tenés frío? -Le habló imperativamente su tutora.

-Si Daiana tengo mucho frío...

Rápidamente metí la mano en una de las bolsas para buscarle un buzo. Sus ojos seguían el movimiento de mis manos, expectantes y a la vez impacientes.


Que bronca! No había nada de su tamaño...

Seguimos caminando mas rápido hacia el resto de los niños. Sentía curiosidad por conocer a más niños de la villa y a la vez estaba nerviosa porque un grupo de voluntarios nos esperaba puntual para comenzar con un taller.

Las ganas de conocer a los niños fueron mas poderosas. Cuando llegamos Daiana los llamó:


-"Chicos dejen de jugar y vengan". Los niños se acercaron velozmente y la tutora les dijo: "acá la señora les trae ropa".


Uno de ellos abrió una de las bolsas y dijo: Ahhhh, medias!!!

Miré sus piernas, sus pies: estaba con pantalón corto y solo zapatillas.
Comenzaron a acercarse mas niños y en cuestión de segundos cada uno se llevó algo. Pero eran muchos y la ropa no alcanzó... Uno dijo: - ¿y para mí no hay nada? Se me hizo un nudo en la garganta.


Pensé en mis hijos. A ellos ropa no les falta, comida y entretenimiento tampoco. Intento darles todo el amor… y seguía alargando con mas ítems la lista de todo lo sentía que les daba a ellos...

Volví a mirar a éstos niños y de pronto, acorté las distancias y percibí el mismo brillo en ellos que en mis propios hijos y dije: a ellos no les debe faltar ropa, no les debe faltar alegría, ocio, educación, contención, amor, mucho amor.

Ellos son los que forjarán los cimientos de un futuro. Todos los niños, son los merecedores de todos los derechos y oportunidades para desarrollarse en un medio adecuado.


Sin pronunciar mas que un chau y con un fuerte debate en mi interior me alejé ... Muchas mamás, tantas mujeres y hombres piensan y sienten así. Realizan actos de caridad, trabajan en las villas, son excelentes filántropos.


Son muchos, son amorosos y sirven con mucha dedicación.

Me reí aliviada: por cierto no había descubierto la pólvora.
Simplemente había cruzado la calle y miraba la realidad desde otra perspectiva.

Pero de pronto, me di cuenta de algo, y es que no quiero ser solo filántropa.

No quiero ser dadivosa, ni generosa. No quiero dar solo lo que me sobre a éstos niños.

Quiero que ellos tengan las mismas oportunidades que tienen mis hijos para crecer. Porque éstos niños no son los despojos de una sociedad en ruinas, no.

Son los principes y princesas de una comunidad en construcción.

Son tus hijos y los míos.  Tienen los mismos derechos que todos los niños y nosotros debemos proporcionarles las mismas oportunidades.

Contengámoslos entre todos. Un mundo nuevo no solo es posible, sino inevitable y lo van a construir ellos. Estos niños, ¡Todos los niños!


Haleh

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