ECLARACIÓN
UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DEL NIÑO
TODO NIÑO, sin distinción
de raza, idioma o religión tiene derecho a escuchar los más
hermosos cuentos de la tradición oral de los pueblos, especialmente
aquellos que estimulen su imaginación y su capacidad crítica.
TODO NIÑO goza a plenitud
del derecho a conocer las fábulas, mitos y leyendas de la tradición
oral de su país. En el caso de los niños americanos éstos tienen
perfecto derecho a interesarse en nuestros relatos indígenas y
cuentos costumbristas, así como en toda aquella literatura oral
creada por el pueblo.
TODO NIÑO tiene pleno
derecho a exigir que sus padres le cuenten cuentos a cualquier hora
del día, de no hacerlo corren el riesgo de que sus hijos jamás
vuelvan a pedirle otro cuento.
EL NIÑO tiene derecho a
inventar y contar sus propios cuentos así como modificar los ya
existentes creando su propia versión. En aquellos casos de niños
muy influenciados por la televisión, sus padres están en la
obligación de descontaminarlos conduciéndolos por los caminos de la
imaginación de la mano de un buen libro de cuentos infantiles.
EL NIÑO tiene derecho a
exigir cuentos nuevos. Los adultos están en obligación de nutrirse
permanentemente de nuevos e imaginativos relatos, propios o no, con o
sin leyes, largos o cortos: lo único obligatorio es que sean
hermosos e interesantes.
TODO NIÑO tiene derecho a
crecer acompañado del colorín colorado de los cuentos y del
inmortal “Había una vez…”, palabra mágica que abre las
puertas de la imaginación en la ruta hacia los sueños más hermosos
de la niñez.
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