SI AMAS A TU HIJO…
“Contéstale, no le informes.
Protégelo, no lo cubras.
Ayúdalo, no lo reemplaces.
Abrígalo, no lo tapes.
Amalo, no lo idolatres.
Acompáñalo, no lo lleves.
Muestrale el peligro, no lo atemorices.
Incorpóralo, no lo aisles.
Aliéntalo en sus esperanzas, no lo desencantes.
No le exijas ser el mejor, pídele que sea bueno y dale tú el ejemplo.
No le prodigues amor, rodéalo de amor.
No le denseñes a “Ser”, se tú como quieras que él sea.
No le dediques la vida, vivan en armonía disfrutando “todos” de la vida.
Rucuerda que tu hijo te escucha pero también te mira.
Y finalmente, cuando se rompa la jaula del canario;
No compres otra jaula, enséñale a vivir en libertad.
No le fabriques un castillo, ofrécele un hogar con ladrillos de “verdad”, “unidos” con cemento de amor…”
Protégelo, no lo cubras.
Ayúdalo, no lo reemplaces.
Abrígalo, no lo tapes.
Amalo, no lo idolatres.
Acompáñalo, no lo lleves.
Muestrale el peligro, no lo atemorices.
Incorpóralo, no lo aisles.
Aliéntalo en sus esperanzas, no lo desencantes.
No le exijas ser el mejor, pídele que sea bueno y dale tú el ejemplo.
No le prodigues amor, rodéalo de amor.
No le denseñes a “Ser”, se tú como quieras que él sea.
No le dediques la vida, vivan en armonía disfrutando “todos” de la vida.
Rucuerda que tu hijo te escucha pero también te mira.
Y finalmente, cuando se rompa la jaula del canario;
No compres otra jaula, enséñale a vivir en libertad.
No le fabriques un castillo, ofrécele un hogar con ladrillos de “verdad”, “unidos” con cemento de amor…”
Una maestra jardinera entregando una carta a los papás.
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