lunes, 26 de mayo de 2014

Un artículo para los papás:


Educación
* Educando a las Niñas: Una inversión en el Futuro

Durante veinticinco años, o lo que abarca una generación, ha estado disponible la información para documentar la correlación entre una variedad de indicadores cruciales de desarrollo y la educación de las niñas. Desde disminuciones en la mortalidad infantil, fertilidad, y la incidencia del HIV/SIDA hasta el mejoramiento del medio, se ha demostrado ampliamente que es la educación de la madre la que hace la diferencia(1) y que los efectos positivos aumentan con cada año adicional que una niña permanece en la escuela. Al tomarse en cuenta todos los beneficios, educar a las niñas produce mayores tasas de rendimiento por cualquier otra inversión que pueda hacerse en los países en desarrollo(2). Por lo tanto, la decisión de la 39ª sesión de la Comisión de incluir como tema prioritario de desarrollo un enfoque sobre la educación de niñas y mujeres toca una fibra sensible en los bahá'ís, cuyas enseñanzas piden una asociación plena e igualitaria entre mujeres y hombres.

Los Escritos Bahá'í delinean tres tipos de educación: material, humana y espiritual. La educación material se ocupa del progreso y desarrollo del cuerpo. La educación material se ocupa del progreso y desarrollo del cuerpo. Es decir, enseñar a las personas cómo aumentar el bienestar físico incluyendo una mejor nutrición e higiene, mejor salud familiar y mayor capacidad para ganarse la vida y proveerse de alimentos, albergue y ropa. La educación humana tiene que ver con la civilización y el progreso de aquellas actividades que, a diferencia del mundo animal, son esenciales a la humanidad, tales como el conocimiento del comercio, las ciencias y el arte, y el entendimiento de las instituciones y las políticas. La educación espiritual o moral está dirigida a valores y la formación del carácter que, en gran medida, determinan el fin con que un individuo empleará cualquier conocimiento que adquiera.

En la Declaración Jomtien, emitida en 1990 por la Conferencia mundial sobre Educación para Todos (Education for All, EFA), la comunidad internacional fijó ambiciosas metas para la educación material o básica. Esas metas incluían el acceso universal a la educación primaria de alta calidad, la cual proveería a todo niño de las herramientas de aprendizaje básicas tales como el alfabetismo, los números y destrezas para la resolución de problemas. Un reciente informe de l AUNIESCO sobre progreso hacia la Educación para Todos en 121 países muestra que, mientras que el 90% ha completado los planes de la EFA, sólo el 10% ha presupuestado los recursos necesarios para llevar a cabo dichas metas(3). El compromiso de proveer este nivel más básico de educación material está aún por ser cumplido por los dirigentes del mundo.
En los países subdesarrollados la educación científica, técnica y civil que los bahá'ís incluyen bajo le título de educación humana, es cada vez más accesible por medio de la educación secundaria y terciaria. En algunos países, y en ciertos campos de estudio, el acceso de la mujer a la educación terciaria ha hecho que estén aún mejor educadas que los hombres. Pero la modernización ha escapado a la mayoría de las mujeres y puede que el siglo XX pase y termine dejando a un gran número de mujeres sin cambio.

La educación espiritual o moral casi nunca es vista fuera de escuelas parroquiales o instituciones religiosas, es rechazada en la mayoría de los países desarrollados como irrelevante o una intrusión en la educación moderna, y educación que afirma la dignidad del espíritu humano en toda su diversidad, y formaliza su relación con lo Divino. Valores humanos universales tales como la confiabilidad, la honestidad, la cortesía, la generosidad, el respeto y la bondad, están desapareciendo rápidamente de nuestro mundo cada vez más beligerante y fracturado. La educación moral o de carácter, ya sea formalizada en programas religiosos o seculares o bien informalmente provista por miembros sabios y atentos sean éstos de familia o de la comunidad, es el modo en que aquello que es valorado por la sociedad y que da significado a la vida es transmitido a sucesivas generaciones.

Para los bahá'ís los tres tipos de educación son importantes. En los Escritos Bahá'ís las mujeres son alentadas a estudiar toda rama de conocimiento humanos y a participar en pie de igualdad con los hombres en todo campo del quehacer humano. "Es evidente"-aseveran los Escritos Bahá'ís- "que la educación de las niñas es de una consecuencia mucho mayor que la de los niños. Este hecho es extremadamente importante y debe ser atendido con la mayor energía y dedicación."(4)

Entre las consecuencias de proveerles a las niñas educación básica se encuentra el mejoramiento de las circunstancias materiales. La investigación muestra que cualquiera sea el contenido del currículo, las niñas se benefician al asistir a la escuela, al resolver problemas, al ampliar su mundo y compartir la base de conocimientos generalmente ofrecida a niños y hombres. Las contribuciones de las mujeres a las ciencias y el arte, aunque incipientes, evidencian de que dada la oportunidad, las niñas y las mujeres tienen la capacidad intelectual para mejorar sustantivamente la condición humana. Sin embargo, en lo que hace a la educación espiritual, no existen diagramas ni informes de progreso, ni estudios calificados que demuestren al mundo cuán importante es dotar a las generaciones futuras de las virtudes que llevan a la promoción del establecimiento de la unidad y la cooperación como base del funcionamiento de una comunidad mundial interdependiente. En este aspecto, los Escritos Bahá'ís recalcan las ventajas únicas que las niñas educadas incorporan a su doble deber de madres y primeras educadoras de la próxima generación, no sólo como las más efectivas difusoras de conocimiento en la sociedad, sino como transmisoras de valores culturales y sociales esenciales(5). Ya es tiempo de que las mujeres del mundo, al menos, agreguen a la convocatoria por la reforma educacional una petición a favor de la educación del espíritu humano.

El descuido de la educación del espíritu humano y el abandono del desarrollo del carácter han contribuido a numerosos problemas sociales aparentemente insolubles. Dado lo obviamente correcto que resulta educar tanto a las niñas como a los niños y las probadas ventajas que las mujeres educadas traen a sus familias, comunidades y naciones, el persistente fracaso en asegurar la educación de las niñas sugiere una falta de voluntad. De hecho, el tibio compromiso con la educación en general, y específicamente con la educación de niñas y mujeres, puede atribuirse tanto a la falta de una visión de futuro como de inspiración para lograrla.

El informe del Secretario General señala varios y formidables obstáculos. Sin embargo, notamos la falta de referencias a principios o valores humanos que pudieran inspirar la transformación de actitudes y comportamientos individuales y colectivos. Los bahá'ís encuentran en los principios de la unicidad de la humanidad y en la igualdad de hombres y mujeres la inspiración para el abandono de todo prejuicio, incluyendo los que están basados en el sexo, la nacionalidad, el credo, el grado de civilización material, la clase y el color. El principio de la unicidad de la humanidad, con su reconocimiento implícito del valor de cada miembro de la familia humana, debe ser enseñado en todas las escuelas, debe ser universalmente proclamado, y "constantemente recordado en cada país como preparación para el cambio orgánico que tal principio implica en la estructura de la sociedad." (6)

De hecho, sobrevendrán cambios profundos cuando las mujeres ocupen su lugar en los organismos de toma de decisiones en todas las esperas a través del mundo. Este cambio orgánico no debiera causar conflicto. En la visión bahá'í, el progreso material y espiritual de la sociedad depende de la plena participación de la mujer en todo campo de la actividad humana. Así pues, el enfoque bahá'í busca una asociación integral y dinámica con los hombres para el avance de la civilización en su totalidad. De hecho, una parte importante de un gran programa para educar a las niñas para la asociación tiene que ser la re-socialización de lo masculino. A niños y hombres debe dárseles la oportunidad de comprender, por una parte, los efectos dañinos de actitudes y valores que permiten y hasta alientan la violencia, la opresión, la guerra y, por otra parte, de ver las ventajas para la sociedad, para la familia y para las niñas mismas cuando éstas reciben educación.

A medida que nos aproximamos al Milenio, casi parecería que necesitáramos un año de reflexión para dar tiempo a las personas del mundo para considerar cómo mejor responder a los rápidos y dramáticos cambios que están transformando la vida en el planeta. Las mujeres podrían inaugurar el año auspiciando una conferencia internacional sobre la paz y la prosperidad mundial. Tal conferencia podría buscar formas de acelerar el paso hacia la desmilitarización, la reducción de prejuicios, la creación de una visón para el bienestar global definida no meramente en términos económicos, sino en términos de calidad de vida.

Un año de reflexión podría catalizar el proceso de crear una visión compartida para el futuro y podría proveerles a la comunidades locales, nacionales y regionales, una oportunidad de examinar sus valores tradicionales e identificar a aquellos que ayudarán a la humanidad a realizar una visión de prosperidad global. De tales conferencias podrían emerger valores y principios que pudiesen ser universalmente aceptados y traducirse en acciones pragmáticas.

La Comunidad Internacional Bahá'í puede atestiguar, basada en su propia experiencia, que el examinar y reformular las creencias y valores tradicionales para ajustarse a una nueva visión puede lograrse de una manera pacífica, armoniosa y participativa. Exhortamos a la comunidad mundial a que fije la agenda para la reflexión y comprometemos nuestro apoyo para con esta noble iniciativa.

* La declaración de la Comunidad Internacional Bahá'í presentada como documento oficial a la 39ª sesión de la Comisión sobre la Condición del la Mujer de las Naciones Unidas, bajo el ítem 2 de la agenda provisional, "Priority Themes: Development: Promotion of Literacy, education and training, including techological skills" (temas Prioritarios: Desarrollo: Promoción del alfabetismo, la educación y la capacitación, incluyendo destrezas tecnológicas); Nueva Cork, EEUU, 15 de marzo al 4 de abril de 1995. Número de documento de las Naciones Unidas: pendiente.

Notas

(1)"Making the Case for the Gender Variable: Women and the Wealth and Well-being of Nations,"Technical Reports in Gender and Development, Oficina de la Muer en el Desarrollo, Agencia para el Desarrollo Internacional de EEUU, 1989

(2)Summers, Lawrence H., Vice-Presidente y Economista en Jefe para el Banco Mundial, "Inversting in All the People", 1992.

(3)Nat Coletta, "Education for All: What Next?"un artículo para el Banco Mundial, "Investing in All the People", 1992.

(4)Abdúl-Bahá, Educación Bahá'í, 2.58, p.56. Editorial Bahá'í Indolatinoamericana, Ebila, Buenos Aires, Argentina. 1986.

(5)Abdúl-Bahá, Selección de los Escritos de Abdúl-Bahá, #95, pp- 126-127. Ebila-1987.

(6)Casa Universal de Justicia, La Promesa de Paz Mundial, sección III, párrafo 3. Ebila-1990.



1 comentario:

  1. Las mujeres son las primeras educadoras, depende de la educación que impartan a sus niños, formaràn los cimientos de la educación.

    ResponderEliminar